LAS TORRIJAS DE SEMANA SANTA

La vinculación de la mujer y este dulce en cuestión viene de lejos. En la antigüedad se creía que el consumo de leche ayudaba a la secreción de ésta en las mujeres, y de ahí el refrán “lo que se come se cría”. Leche, pan, huevos y algún producto para endulzar se consideraban alimentos aptos para recién paridas, que necesitaban energía para su recuperación. Y como para muestra un botón, decir que las torrijas en algunos sitios, Menorca o Galicia siguen recibiendo el nombre de “sopes de partera” o “torradas de parida”, incluso en la cocina sefardí, donde las llaman “rebanadas de parida”.
El plato más famoso de Semana Santa, con solo oír su nombre se saborea; pan jugoso por dentro y dulce por fuera pero, ¿Cómo surge y por qué se come en estas fechas? Como hemos comentado anteriormente, todo lo excepcional que existe en el mundo es gracias a las mujeres y a sus partos y este dulce es una prueba de ello. El hecho de comerlas en Cuaresma es una coincidencia práctica que se ha convertido en tradición, los ingredientes para prepararlas eran baratos y compatibles con la abstinencia de la dieta en Cuaresma. En la primera mitad del siglo XIX empezaron a vincularse con menús de vigilia junto a otros postres como el arroz con leche o los buñuelos. En esa época era un postre de aprovechamiento. ¿Podemos decir ahora lo mismo? Estamos viviendo momentos muy difíciles en el mundo y más concretamente en nuestro país. La guerra de Ucrania, la subida de los precios de las eléctricas, el petróleo y, como consecuencia, la huelga de los transportistas entre otros, que mejor los dejamos, no se nos quite el apetito. Todo ello hace que la cesta de la compra de productos esenciales escasee y su precio aumente considerablemente.
Hemos sido testigos de cómo los comercios ante la escasez de productos se han visto obligados a racionar la venta de aceite de girasol o como los estantes de leche pintaban vacíos, pero mejor, volvamos a los placeres, ya que, al margen de los problemas geopolíticos, económicos o sociales, es indiscutible que la sociedad avanza a diario y las torrijas no podían quedarse atrás.